Modelos mentales y gestión de personas

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Modelos mentales y gestión de personas
Muchas veces, el éxito de una organización está íntimamente ligado a la manera como sus líderes trabajan con los diferentes tipos de personalidad de su equipo

Al conversar con empresarios y comerciantes del rubro de audio e instrumentos musicales se nota un discurso casi unánime en relación a la dificultad de gerenciar personas. Llegan a afirmar que, en ocasiones, han pensado en dejar de crecer o incluso en reducir su negocio por la falta de perspectiva de encontrar una solución a este problema.

Por otro lado, se sabe que las personas son imprescindibles a cualquier organización y, por lo tanto, no se puede negar esta realidad: Es necesario aprender a lidiar con la situación.
    Peter Senge, un importante especialista del área, cree que la base para la transformación de las personas -y, consecuentemente, su adaptación al trabajo de equipo- está en la comprensión de los modelos mentales que cada individuo posee. El modelo mental está compuesto por aspectos biológicos, históricos y culturales, sumado a las características únicas de cada individuo.  Este conjunto es lo que crea nuestro universo de valores y premisas.
    El problema es que, muchas veces, asumimos tales premisas como las únicas verdaderas, creando conflictos con las verdades de otras personas. Nuestros modelos mentales tienen raíces tan profundas que nos pueden llevar a una falta de conciencia del prójimo, y acabamos sin poder vislumbrar otra verdad que no sea la que está en nuestra mente.

Caso real
    La industria automotriz norteamericana perdió una enorme participación del mercado local a partir de la década de los 80’ porque sus líderes creían que los consumidores estadounidenses se interesaban solamente en los modelos de los coches (símbolo de status en la época), y que no estaban interesados ni en tecnología ni en seguridad. El resultado de tanta convicción fue la caída de la industria, permitiendo el asenso de los fabricantes japoneses, que apostaron a otras verdades y ganaron. Este es un típico ejemplo de cómo los modelos mentales determinan no solamente nuestra forma entender el mundo, si no que también dan cuenta de cómo actuamos.

    Probablemente, esta dificultad para dirigir personas está enraizada en la falta de conciencia de los diferentes modelos mentales de cada uno. Como dijo el ejecutivo Bill O’Brien, de una empresa multinacional, “el ojo no se ve a si mismo”. En este contexto, directores y gerentes necesitan reflexionar sobre sus modelos, asumiendo que sus visiones del mundo pueden ser diferentes de  las visiones de otros integrantes de su equipo. Solamente así habrá tranquilidad para que un empleado exponga y cuestione lo que no esta de acuerdo.
    Muchas empresas invierten fortunas en entrenamientos con la esperanza de conseguir cambiar el comportamiento de sus empleados. Generalmente ocurre un aprendizaje superficial que se pierde rápidamente con el paso del tiempo. La cuestión del comportamiento está directamente relacionada a los modelos mentales. Si no cambiamos nuestra manera de pensar, no cambiaremos nuestra manera de actuar. El verdadero aprendizaje es cuando pasamos a investigar nuestra forma de pensar y descubrimos que nuestras verdades pueden ser cuestionadas y transformadas por otras personas.

 Es sabido que toda organización no es nada más que una gran red de relaciones interpersonales. Así, solamente tendrán progreso y éxito las organizaciones que logran conducir de manera efectiva estas relaciones. Para ello, el estudio de los modelos mentales puede resultar fundamental para que los líderes obtengan lo mejor de sus subordinados y, así, derrumbar la premisa de que el gran problema de sus organizaciones sea lidiar con personas.

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