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Musicoterapia, la música es salud

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María, 82 años, diagnosticada de Alzheimer. Comenzó su tratamiento de Musicoterapia hace un año en su Centro De Mayores. Desde entonces, su pérdida de lenguaje se ha frenado y su agresividad es menor.

Ignacio, 35 años, un accidente de tráfico le provocó una hemiplejia lateral derecha. Con el tratamiento de Musicoterapia, ha ido mejorando su movilidad. Tras meses de trabajo es capaz de desplazarse con muletas.

Luis y Soraya, padres de un niño nacido a los 6 meses de gestación, recurrieron a la Musicoterapia que se ofrecía en la Unidad de prematuros. La Música y el canto de sus padres, guiados por el Musicoterapeuta, ayudaron a que el bebé desarrollara el instinto de succión y alcanzara su desarrollo óptimo para salir de la incubadora una semana antes que la media de otros bebés en su situación.

La AMTA (American Music Therapy Asocciation) define la Musicoterapia como la utilización científica de la Música y todo tipo de experiencias musicales para restaurar, mantener y/o mejorar la salud física y psíquica de las personas. La intervención tiene que estar dirigida por un Musicoterapeuta profesional en un entorno terapéutico, a fin de promover cambios deseables en el funcionamiento físico, cognitivo, psicológico o social de las personas. Este concepto de Musicoterapia y de sus objetivos terapéuticos encajan perfectamente con la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud, concebida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad”.

La Musicoterapia puede aplicarse desde los primeros meses del embarazo hasta los últimos momentos de la vida de una persona. Esto hace que sus campos de intervención sean muy variados, desde personas en estado de salud hasta ámbitos como el educativo (problemas en el lenguaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)…), la discapacidad (Síndrome de Down, autismo…), Geriatría (Parkinson, Alzheimer…), Salud Mental (trastornos psicóticos, de la conducta alimentaria…) o Medicina (bebés prematuros, oncología, rehabilitación neurológica, dolor crónico…).

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El proceso de intervención comienza por iniciativa propia del paciente o bien tras la derivación por parte de un profesional (psicólogo, médico, terapeuta ocupacional…). Para establecer los objetivos a corto y medio plazo y el tratamiento, se recabará previamente información, tanto del estado de salud del paciente y como de su historia musical, lo que conocemos como Identidad Sonora (Benenzon, 1969). Este tratamiento se aplica a lo largo de un determinado periodo de tiempo, en sesiones normalmente semanales, de una hora de duración aproximadamente. 
La estructura de las sesiones depende del sector de población al que va dirigida, del estado físico o emocional del paciente o de los objetivos terapéuticos que se persigan, entre otros. Siendo una terapia fundamentalmente no verbal, nos comunicaremos a través de la Música y de diversas expresiones musicales para obtener información que nos permita intervenir terapéuticamente.

Los recursos musicales utilizados pueden ir desde el canto, hasta el uso de instrumentos, el movimiento, la creación musical, la escucha guiada de música o la improvisación. La Musicoterapia proporciona un espacio terapéutico estructurado, ofreciendo seguridad para propiciar los cambios deseados en cada paciente.

Es fundamental la Música en directo. El Musicoterapeuta, debidamente entrenado, será capaz de adaptar cada música al paciente, con una intención terapéutica. La música grabada no permite estas adaptaciones, fundamentales para el proceso. Las reacciones ante cada tipo de música son propias de cada individuo, dependen de su estado físico y psicológico, así como de su historia personal y ambiente cultural (Mercadal-Brotons y Martí, 2008). Así, la simple escucha de un CD de música clásica no conllevará automáticamente la relajación del paciente. De igual forma, los “recetarios musicales” que recomiendan la música de Bach para el dolor de estómago, no tienen ninguna base científica.

A María, la paciente con Alzheimer, se le dibuja una sonrisa cuando ve aparecer a su musicoterapeuta con la guitarra, a pesar de su desorientación. Esta semana trabajarán la memoria, el esquema corporal y la socialización con el resto de compañeros. Ignacio, amante del heavy, va recuperando parte de su movilidad gracias a un trabajo conjunto con su fisioterapeuta. Durante las sesiones, el musicoterapeuta adapta la música favorita del paciente al trabajo de rehabilitación, propiciando una mayor motivación e implicación de éste en su evolución. Luis y Soraya han aprendido cómo involucrarse en la recuperación de su bebé. Junto con el musicoterapeuta, han descubierto la importancia del canto y el contacto piel a piel. La reproducción del sonido del corazón de la madre ha estimulado el reflejo de succión y la autonomía del bebé a la hora de alimentarse.

La Musicoterapia es una profesión emergente y poco conocida en España, lo que a veces conlleva que haya que justificar continuamente nuestro trabajo. El intrusismo profesional es otro asunto a tratar. La formación reglada como Musicoterapeuta se imparte como estudios de Postgrado en diversas Universidades y centros privados. En estos estudios se abarca tanto el área clínica como la musical y la musicoterapéutica, desde un punto de vista tanto teórico como práctico. Asociaciones nacionales e internacionales establecen que el musicoterapeuta profesional debe estar capacitado en estas tres áreas.

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En Estados Unidos, Argentina o Finlandia, es una profesión normalizada y reconocida, plenamente integrada en los equipos interdisciplinares. En España, desde hace tiempo, podemos encontrar ejemplos de la aplicación exitosa de la Musicoterapia en diferentes campos y en instituciones tanto públicas como privadas. Pero el reconocimiento oficial de la profesión aún está por llegar.

En el contexto socioeconómico actual la Musicoterapia desempeña una función importante. Podemos resaltar aquí su concepción de la salud de manera global, huyendo de las parcelaciones típicas de la medicina convencional. Además es una disciplina terapéutica no farmacológica, y existen estudios científicos que demuestran de manera fehaciente una disminución considerable en la necesidad de administración de fármacos tras su aplicación. Un musicoterapeuta profesional ahorraría dinero al Sistema Nacional de Salud, utilizando una terapia no farmacológica, carente de efectos secundarios y que permite alcanzar el bienestar integral del paciente utilizando actividades placenteras, implicando a la persona y a su entorno en el tratamiento.

La Música y todas sus expresiones, inherentes al ser humano desde tiempo inmemorial, pueden ser la respuesta a los retos en el futuro de la salud.

 

Por Carmen Miranda y Manu Sequera 

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Fonte: huffingtonpost | Seguir a Carmen Miranda en Twitter: www.twitter.com/huellasonoramt


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