El gerente arrogante
Epocas de oferta alta: el momento ideal para repensar la visión externa de su empresa
Tengo por costumbre visitar, de vez en cuando, algunas tiendas, y conversar con los gerentes, luthiers, vendedores y propietarios. Es un hábito, me gusta la gente, me gusta saber in loco como están los mercados. En esas idas y venidas, las conversaciones giran en torno a las marcas, importadores y fabricantes, naturalmente.
Ultimamente, me ha llamado la atención la posición de algunos profesionales del ramo. Desde mi punto de vista, hay poco o ningún justificativo que implique la necesidad de que un profesional actúe como ‘superior’ a otros. Creo que esa cuestión tiene más que ver con problemas emocionales que se produjeron en la infancia más que con otro motivo aparente.
Esos profesionales, comúnmente, se ubican en la cima de las empresas — en general grandes marcas para las cuales trabajan —, utilizan el cargo para posicionarse como un ejemplo y crean una falsa postura asertiva que tal vez enmascare una profunda inseguridad personal.
Agréguele a eso, el exceso de vanidad, visible en frases del estilo de “Yo se/soy/hice”, “Yo tengo”, “Mire mi cargo”, “¿Para qué lo necesito a usted?”, y otras del estilo, repetidas muchas veces. Si bien es importante contar con amor propio y auto-confianza, el exceso es absolutamente insoportable.
Pocos meses atrás, un gran comerciante contó que en una negociación con un importador, el Gerente de Ventas fue tan arrogante que él prefirió colgar el teléfono y dar prioridad a su principal competidor, con quien realizó una compra mucho más sobria. ¿Quién perdió y quién ganó? Los errores ocurren, no estamos obligados a estar de excelente humor todos los días, pero la repetición continua del mismo error se transforma en un hecho.
Peor aún queda la imagen de las empresas que contratan a esos profesionales. Al pensar en la inteligencia actual, se debe tener en cuenta algo más que la experiencia en el ramo. Los analistas pueden ser pésimos administradores, y los vendedores no necesariamente tienen talento para el marketing, los políticos demagogos que hacen juegos escénicos y a los que les gusta ‘por fuera’ pueden no tener afinidad con el objetivo de su empleo. Casos como estos son comunes dentro y fuera cde nuestro ambiente de negocios.
En los años ‘80, un equipo de investigadores liderado por el psicólogo Howard Gardner desarrolló una teoría que identificaba siete tipos de inteligencia, que traerían un gran impacto en la educación y en la contratación de empleados. Entre ellas hablaba de la inteligencia interpersonal (la que más nos interesa), entendida como la habilidad de comprender las intenciones, motivaciones y deseos de los otros. Algunas décadas antes, John D. Mayer y Peter Salovey habían iniciado sus estudios sobre el coeficiente de inteligencia emocional, tema popularizado por Daniel Goldman en su best seller Inteligencia Emocional, de los años ‘90.
Además, la relación humana es tan importante que, desde hace años, la industria norteamericana utiliza sus características para proveer de carisma a productos y marcas. En Brasil, son los bancos los que se han apropiado de esa metodología. Para demostrar solidez, por ejemplo, el banco Itaú usa la imagen de un padre sosteniendo a su hijo; o bien la imagen de un paraguas, en el caso del Citibank. Para ser amigable y borrar su imagen de frío e impersonal, el Unibanco recurrió a un diseño de un auto pequeño (pasión universal) en un ambiente amigable, colorido y feliz. Vick Vaporub vende no sólo una pasta pegajosa, sino el cariño de la madre hacia el hijo engripado y por ese camino siguen otros ejemplos de la humanización de las marcas.
En la carrera de profesionalización del mercado, estoy empezando a ver empresas que analizan con mayor cuidado el perfil de los profesionales que las representan en la calle e, incluso, internamente. Buenos profesionales, no sólo en el aspecto técnico, sino en el humano, aumentan la probabilidad de las empresas de ser más receptivas a nuevos negocios y oportunidades, aliados a buenas marcas y a la competencia.
Como un organismo vivo, la empresa posee una imagen aportada por sus empleados o directores, sea quien tuviere un liderazgo más definido. En época de gran oferta, ser gentil es su carta ganadora.
Daniel A. Neves es editor de Música & Mercado Brasil y Latin America