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Las manos que hacen las guitarras Fender

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Ante el primer encuentro, sus manos reflejan el trabajo diario, y en sus ropas, un fino polvo de la madera le impregna, madera que moldea para terminar en uno de los instrumentos más populares, la guitarra.

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Nueve años han pasado desde que ingresó a una de las empresas más significativas de Ensenada, cuyo renombre, calidad y productos la destacan a nivel mundial, Fender.

Su indispensable trabajo lleva a la realización de las mejores guitarras eléctricas y amplificadores, con la característica de ser realizadas casi en su totalidad en Ensenada.

Su historia

Dedicación, esfuerzo, pero sobre todo superación, son las palabras que acompañan a Juan Carlos Pacheco Córdova, de 44 años de edad, cuya historia va más allá de ser una parte fundamental para la realización de las guitarras de renombre.

Originario de un pequeño pueblo cerca de Agua Dulce, Veracruz, Juan Carlos vio en el Norte la oportunidad de trabajo, siendo Sinaloa el Estado donde trabajaría para un constructor. Sin embargo, un conflicto familiar lo orilló a renunciar y viajó a Tijuana con la intención de cruzar a Estados Unidos. Como la mayoría de los que llegan a Tijuana, se dio cuenta de que el intento de cruzar sería complicado. La ciudad lo recibió con su peor cara, fue asaltado y despojado de sus ahorros, así como de sus pertenencias y zapatos. Sin conocer a nadie, descalzo y sin dinero, no tuvo más opción que merodear por la ciudad para encontrar ayuda.

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Dentro de la poca gente que le endió la mano, una señora le pagó parte del pasaje para que viniera a Ensenada. Ensenada era una ciudad que desconocía, pero no dudó en venir. Así llegó a la ciudad, sin nada, con el hambre acumulada de tres días ya. Recuerda que sentado en la calle, descalzo, un señor se le acercó para preguntarle qué le había pasado, pues sus ropas no reflejaban las de un vagabundo. “En un bote de basura cerca, encontré unos tenis, se miraban bien, pero cuando me los puse estaban todos rotos de adentro, pero no me importó, porque así cambiaba un poco mi apariencia”, dijo Juan Carlos. Así fue como su historia comenzó en Ensenada.

Trabajó en el campo, en la recolección de chícharos. “En el campo trabajé lo que nunca, pasé frío, había veces donde las mangueras del riego amanecían congeladas”, comentó. Ensenada Su llegada Alguien le había contado de la empresa Fender. Sin dudarlo, se presentó en las instalaciones. Ingresar fue una oportunidad que le dio la empresa.

Al principio le costó adaptarse, las labores que desempeñaba no eran tanto de su agrado, incluso, pensó no llenar las expectativas de la empresa. Lo anterior lo llevó a un cambio de puesto, el mismo que desempeña ya desde hace años, contorneando los detalles de las guitarras. Juan Carlos trabajó, pero una inquietud lo ponía pensativo, quería ganar más, pero sabía que para eso tenía que sobresalir y le faltaban conocimientos, pues no sabía leer ni escribir. Motivado por la empresa, decidió entrar a un programa de estudio, donde pese a las dificultades, incluso a las burlas de sus propios compañeros, Juan Carlos inicio sus estudios. “No ha sido fácil, mis compañeros me veían con mis libros y me decían el licenciado, se me han dificultado muchas cosas, pero paralas matemáticas soy bueno”.

Convencido, terminó la primaria, la secundaria y en pocos meses terminará ya la preparatoria, pese que en un punto estuvo a punto de abandonarlo todo por la pérdida de un hijo en Veracruz. “Me tiré al alcohol, casi no continuaba con mi escuela, pero encontré ayuda, pese a que aún me duele la muerte de mi hijo”, comentó con un ligero tono quebrantado en la voz.

Aún no sabe si en el camino esté estudiar una carrera, que por supuesto idealiza, pero en él la meta próxima es terminar la preparatoria. “No hay que querer correr, hay que dar pasos pequeños”, finalizó Juan Carlos.

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