Los últimos héroes

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Con la rutina vemos personas que luchan por más y otras que se acomodan y estancan en su lugar. Y tú, ¿de qué lado estás?

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Paseando por calles de algunas ciudades de América Central y América del Sur he podido observar el simple va y viene de personas. Con semblantes serios, felices, tristes.

Me encuentro en una situación privilegiada de poder observar sin prejuicio, sin intolerancia y apenas observar. Veo gente de tantas razas, de tantas culturas y tan comprometidos con la vida, que la práctica me ha cambiado de manera peculiar y definitiva.

Aprendo que estos héroes anónimos siguen su camino y su día a día de forma rutinaria en lo que se hace, pero no en lo que se siente.

Al notar estas personas en su día laboral, también veo personas perezosas. Eso sí me molesta. Personas que se ve que ahí están bien. No desean mejorar. Apenas ahí están. ¡No! No estoy hablando de personas que están tiradas en la calle. Estoy hablando de personas con trabajos, familia, historia.

Se nota en la cara, la tarea ardua que es hacer lo que sea. Descontento siempre. Como que tomado por un sentimiento de que “el jardín del vecino será siempre mejor que el mío, entonces ¿por qué hacer algo?”.

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Pereza: en mi opinión el peor de los pecados capitales

Y en los lugares donde paso veo personas que apenas respiran. No hacen nada más porque esperan que alguien lo haga por ellos. No se comprometen o arriesgan pues así están bien. ¡No se mueven para nada! Y eso sin ganas, sin voluntad de cambiar. Pienso yo, ¿cómo sería si personas como éstas perdiesen todo en un día? ¿Se volverían alcohólicos o drogadictos tirados en la calle? ¿Olvidarían a su familia, hijos, hijas? ¿Criminales tal vez? ¿Y de quién sería la culpa?

¿Ya has pensado en algún instante de pereza que Dios tiene otros casi ocho billones de almas para cuidar? Digo eso pues generalmente Él lleva toda la culpa de las desilusiones o fracasos pero nunca de las conquistas y cosas buenas que suceden.

Te invito a una reflexión de lo que vives hoy y lo que vivirás mañana. ¿Qué tal vender un poco más que el objetivo o ayudar a un colega? ¿Qué tal ayudar con la lección de casa de los niños? Mirar hacia adelante y buscar cosas más difíciles de conquistar. Honrar tu trabajo como honrando a ti mismo. No dejar que el ego gigantesco te achique frente a los desafíos de ir más allá. Y eso con respeto, admiración y esfuerzos legítimos, sin pisarle la cola a nadie. Es un ejercicio para muchos que he visto.

Lo que me conforta es saber que el pueblo americano de verdad (de México a Chile) es, en su gran mayoría, un pueblo de luchas y conquistas y que esa gente perezosa todavía no ha podido quebrar eso. Fíjense en la alegría de un obrero constructor, de un limpia-calles o un vendedor de hot dogs. Vean la sonrisa estampada en la cara de un gerente que sobrepasó los objetivos y es reconocido por sus superiores. Noten el orgullo que cargan empresas al recibir un premio por mejor desempeño de su proveedor.

Inspirador y confortante. Héroes de todos los días, los últimos que hay en un mundo de la generación online.

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