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Manual de procedimientos del profesional de la música

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Guía básica sobre conceptos que los profesionales de la música deberían aplicar en sus carreras y en el trato con los demás en el día a día. ¡Descubra más a continuación!

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Existen procedimientos muy importantes en el área musical, que involucran el entorno del profesional y no están directamente relacionados con su pericia, sino con su aceptación en el ambiente colaborativo y social, además de que estos ítems les aportan respeto, por el simple bienestar que compañeros, clientes y público (en caso de conciertos) tendrán al estar cerca.

A veces, incluso las obviedades, en días tan convulsos, con algunas personas en un ciclo interminablemente atrapadas en la inmadurez, como vemos hoy, necesitan ser exteriorizadas, porque las costumbres y los hábitos son a veces vicios.

En el trato con el próximo

Aunque hay muchos artistas que muestran un ego inflado, aquellos que maltratan al público, es bueno señalar que, en general, se olvidan de dónde viene la remuneración. Y si se portan mal con los colegas y contratistas, obtienen una mala reputación que desalienta la aceptación y la referencia para trabajos futuros.

La importancia de ser verdadero y sincero es grande, pero esto no tiene nada que ver con los malos modales o ser grosero. Imponer opiniones, cuando sea necesario, siempre puede entrar en el campo de la argumentación y de la habilidad interpersonal de escuchar, ya que esto da fuerza a tus contraargumentos, en caso de desacuerdos.

Las negociaciones, ya sea en la parte superior o inferior de las jerarquías, dejan buenas o malas impresiones en la memoria de la relación profesional.

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Con el público, esto se vuelve más delicado, ya que existe una línea muy fina entre la percepción idealizada, el objetivo de la construcción de la imagen y lo que realmente se demuestra.

El fan no suele entender los momentos inapropiados ni poner límites de acercamiento, ya sea en el show o en la vida personal, y le toca a la cúpula jerárquica de un equipo y a la base tratarlo con mucho cuidado.

El público siempre tiene tendencia a extrapolar, pero todo gira en torno a ello. Nada existe sin el consentimiento del público, sin su participación, compromiso y consumo, ya que el artista y su música son el producto.

Esto no quita que, aun siendo servicial y respetuoso, desde el roadie hasta el manager, desde el vigilante hasta el iluminador, desde el escenógrafo hasta el artista, desde el sonidista hasta el productor, hoy en día no surjan malentendidos, y esto tiene raíces en la corrección política y en las ideologías militantes momentáneas.

En el ítem expuesto arriba, está la cuestión de entender quiénes son realmente tus fans, pues esa “cancelación” por parte de quienes no están de acuerdo con puntos personales está de moda, y, en general, puede provenir de quienes no marcan la más mínima diferencia en su trabajo. 

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La sinceridad debe estar siempre por encima de construcciones falsas o deconstrucciones forzadas, y esto es lo que crea una base de apreciación popular.

El sentido de la honestidad intelectual del artista y de la obra, aunque a veces ambos sean distintos, tiene que ser al menos coherente.

Por ejemplo, una carnicería no debe temer millones de “no me gusta”, de críticas por vender carne, si estos ataques de burbujas sociales vienen de los veganos, ya que el público que es la base del trabajo, el consumidor en realidad, es exactamente lo contrario.

Embarcarse en acciones de moda, además de ser deshonesto con tus principios, puede ser deshonesto con tu audiencia, y en esos momentos descubres que Dios perdona, pero el público, difícilmente.

Por eso, en las interacciones se hace patente la sinceridad, la transparencia y la claridad de ideas (para no dar lugar a malentendidos), de modo que no hay que ceder a la comodidad de participar en la corrección política.

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En aseo personal y modales

En la convivencia del mercado musical, ya sea cerrado en estudios, enseñando música o experticia en áreas específicas, en locomoción grupal a recintos de eventos, e incluso en un cierre contractual, hay una proximidad humana, en persona, intransferible, que requiere procedimientos mínimos necesarios de limpieza y apariencia.

El incumplimiento de sencillos protocolos de socialización perjudicará la aceptación profesional y, con ello, traerá una “prohibición” no declarada, por el malestar que provoca el cara a cara.

El individuo que exhala mal olor, que tiene hábitos nauseabundos y tics reprobables en términos de salud, cuando es recordado por quienes trabajaron con él, provoca asco en la memoria, y generalmente queda excluido de situaciones futuras.

En el mercado de la música prima a gran escala la informalidad en la vestimenta y los procedimientos personales, con total libertad, pero estos elementos no deben confundirse con el descuido, todo lo contrario, porque ser agradable como presencia, en tan estrecha convivencia, es la diferencia que hace alguien contratado, cuando en el aspecto técnico hay una nivelación entre los candidatos.

A veces la simpatía en persona cuenta aún más como un diferencial, o ¿estar encerrado en un recinto, o de viaje, con alguien que no tiene ni olor ni apariencia saludables, no impide el buen desempeño?

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Que no se confunda expresar el estilo en tatuajes, piercings y todo lo que el medio en concreto permita, sino el tema olfativo, táctil y visual, que no puede ser menos que coherente. Cuanto más alto de lo esperado, mejor será la receptividad.

Alguien que habla de cerca no puede tener mal aliento; alguien que está constantemente en algún tipo de aglomeración corporal a menos de 5 metros en un ambiente abierto, y 10 metros en un ambiente cerrado, no debe permitirse, en cualquier rama, no estar debidamente de acuerdo con el protocolo no declarado verbalmente, pero se explicita como regla clara del buen vivir.

¿Ves que el ejemplo concreto se aplica también a los extremos, o no es verdad que la ropa no vale la pena si el que la lleva no le hace justicia, ya que en la ropa ordinaria siempre predomina el olor fragante sobre la insoportable marca olfativa?

Por falta de recursos hídricos, falta de oportunidades locales de aseo, existen grupos étnicos en el mundo que culturalmente tienen costumbres embaladas con un mínimo de higiene, a veces por debajo de lo esperado y admisible en el promedio mundial. Sin embargo, esto se desmorona como argumento, ya que la convivencia globalizada, al ser parte cotidiana de las carreras, exige la observancia de parámetros igualmente globales.

En materia de consumo de sustancias ilícitas

Sí, es un hecho que en el mundo artístico hay abuso de sustancias ilícitas, así como algunas legales, como el alcohol, por ejemplo, que terminan siendo parte de lo que observamos. Pero, contrariamente a la creencia popular, no es mayor que en algunos círculos empresariales o incluso políticos, ya que claramente, en el fondo de este asunto, su abuso no está relacionado con el entorno, sino con la oportunidad y las tendencias personales para hacerlo. 

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Lo que termina siendo más fuera de lo común es que en el mercado de la música hay una mayor exposición, e incluso la explicitación del público de algunos en relación al hecho, a diferencia de otras áreas.

Lo que hay que tener en cuenta es que no existen “historias bonitas con finales felices” cuando se trata de drogas y excesos en general.

Desde problemas legales hasta otros que deterioran la salud y la vida personal, nunca hubo quienes persistieran en estas prácticas y tuvieran longevidad artística, ni siquiera física.

Lo que en un principio parece ser el buen desempeño de las funciones, con alteración de la conciencia, con el tiempo se convierte en un conjunto de recaídas que, en general, traen consigo la ruina profesional.

Al estar en una jerarquía de mando (sí, eso hay en cualquier área), trata de mantener al equipo lo más sano posible. Y estando en la base, obedeciendo a la jerarquía, donde se establece la práctica, mantente limpio, incluso en el posible caos, porque en estas circunstancias es inevitable.

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El ambiente musical, por ser inmensamente agradable, tiende a crear confusión entre el trabajo y la diversión, y con eso hay una mala imagen, a veces incluso de marketing, de tener la práctica constante de excesos y abusos, incluso en lo sexual. Pero un árbol sin raíces se cae y un trabajo poco profesional se desmorona.

Jerarquía

¿Has sido contratado para una función? Esa función es tu límite predeterminado, mientras no se diga lo contrario, en una renegociación explícita y consensuada.

Ejemplo: ¿te contrataron para acompañar a un artista?

La palabra y la opinión que importan son del artista, y de sus responsables, debidamente jerarquizados, y a ti te toca cumplir tu papel.

En el trabajo de otro, los músicos y el staff son mano de obra cuando son contratados, entonces el ego y las estrellas mueren, y no caben aquí…

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¿Fuiste contratado para ser productor musical o productor artístico/ejecutivo?

Ciertas decisiones tuyas tienen autonomía sobre las del artista, para que exista el pleno ejercicio de tus funciones, siempre que todo quede claramente pactado desde el principio, aun así no hay confusión, aun porque, en el pasado, las compañías discográficas fueron la parte superior de esta cadena de mando, y hoy en día, algunos artistas son totalmente independientes. En esto, el productor y el gerente pueden tener que “mandar al jefe”, y si esto no se aclara adecuadamente, el trabajo se detiene.

En cualquier trabajo, el empoderamiento no debe ir de la mano del ego, sino del sentido común.

Cuando algo te desagrada, pero no está dentro de tu opinión, simplemente haz las maletas y vete.

Los librepensadores a menudo tienen una “autoestima excesiva” dentro de ellos, un eufemismo para las rabietas egoístas.

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*Autor: Nelson Junior.

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