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Opinión: La prensa tradicional y el mercado musical

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No importa el tema, cuando se trata de medios tradicionales, la gente ha perdido su “confianza” en todo el mundo, y esto tiene un porqué, después de todo, ya sea por militancia política o incluso por “interpretación monocromática”, muchos artículos en la prensa se han convertido en crónicas en lugar de cobertura de hechos.

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En cuanto a las artes, entonces, la cobertura siempre se trata de glamour, fama y nada sobre el nicho o el mercado, y con eso la gente tiene acceso a una realidad maquillada.

La música y el mercado de la música, y sus profesionales, de una manera extremadamente rara, son retratados por el periodismo con contenido serio y realista.

Ni siquiera comento la cuestión de la crítica musical, porque nunca he leído una crítica realmente técnica o realista sobre algo bueno o innovador, y hablar mal de lo malo no es una virtud de un crítico periodístico, porque es obvio.

Los medios de difusión siempre han sido escasos, porque el propósito no era difundir la música, sino incentivar la especulación artística financiera.

El artista en sí es un producto, pero el mercado de la música ofrece una gran cantidad de elementos que orbitan alrededor del músico y la música, que siempre permanecen ocultos.

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Noticias GRATUITAS de las principales empresas durante la pandemia, donde se pagan los salarios de los artistas, pero no se informa que este pequeño grupo no mueve la economía en el mercado de la música, y que fabrica, vende, compra, enseña y toca. Por no hablar de los técnicos, la crisis del “virus” de la palmadita en el hombre, es muy antigua y anterior al covid-19.

El mercado de la música se divide entre unos pocos “bancos” que no fomentan la formación de un mercado futuro, y muchos formadores de opinión, que generalmente forman un mercado futuro, pero no están garantizados en el equilibrio.

El mercado de la música puede ser como un enorme iceberg, donde la magnificencia de la parte sumergida en la superficie no llega al 10% de lo que esconden las frías aguas.

El mercado de la música no se trata del artista “autotune”, sino del ingeniero de sonido que sintoniza la voz de los “que no tienen tanto talento”, ni se trata solo del dúo country, sino de los que trabajan para que se lleve a cabo el espectáculo.

El mercado de shows es solo una fracción del mercado de la música.

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Y ahí también nos damos cuenta de lo perdidos que parecen los departamentos de marketing de las empresas del mercado musical.

Vemos empresas invirtiendo en “YouTubers”, y todo tipo de “Influencers digitales” y no nos damos cuenta de que un “me gusta” no genera ventas, y si el lado institucional es genial, la formación de mercados futuros es fundamental.

Las empresas NO se dieron cuenta de que NO se trata de un millón de suscriptores, sino mil los que generan ganancias, que dan resultados, y la inversión debe ser en el músico, como incentivo para el mercado futuro, como formador de opinión, como inspirador de fines, cuyas metas los medios conducen al consumo.

Cuando la música popular “cae” en calidad, y no hay artista que inspire a otros a seguir su aprendizaje de manera inteligente, las empresas del mercado musical deben intervenir como verdaderos “mecenas” y colocar a los artistas “adecuados” en sus lugares… En 1980 se produjo el boom de la guitarra con las grandes marcas invirtiendo en las “piezas” del juego, y eso funcionó muy bien.

Ser un “Real Player” en el ámbito musical significa entender qué tiene la música para cautivar, y como dice el “Principito”, “tú eres responsable de lo que cautivas”, pero también sumo por lo que dejas de cautivar.

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Una empresa que fabrica oboes puede cuadriplicar sus ventas, si el mercado tiene un nombre popularmente prominente en el instrumento, y eso lo vemos a plena vista con respecto a la “moda” del ukelele, que surgió naturalmente en la virtualización, pero podría haber sido algo planeado.

Lo interesante es que las empresas se preocupan demasiado por sus marcas y poco por el consumo de su producto.

La preocupación parece ser “robarle” el cliente al vecino, y no hacer que más clientes consuman sus productos, y con eso, tanto él como el competidor tienen más ventas.

Es hora de que el mercado de la música dicte las reglas mediáticas de la cultura, y no surfear en las olas que quedan en la playa, porque la unión de sectores creando el incentivo adecuado generaría un tsunami, donde los medios tradicionales o no, solo serían actores de apoyo, porque quien lideraría el espectáculo sería “quien tiene derecho”.

 

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*Autor: Nelson Junior. Guitarrista, productor, especialista de productos, instructor musical, sideman, actuante en el mercado desde los 13 años de edad, colaborador didáctico de publicaciones musicales y escritor.

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