La búsqueda del servicio perfecto
En la era de la conveniencia, el consumidor elige productos no sólo por su precio o marca sino también por los servicios asociados que ofrecen y por la calidad en la atención.
En la era da conveniencia, las personas ya no quieren simplemente adquirir productos. Quieren productos con servicios agregados. Están en busca de bienes tangibles acompañados de servicios intangibles tales como: entrenamiento, manutención, soporte, etc. Otra característica importante de la era de la conveniencia es la relativa al tiempo. Los productos tienen que estar disponibles cuando la gente los necesita, por lo tanto ya no hay lugar para atrasos o largas esperas por un producto o servicio.
El cliente sólo compra si precisamente es lo conveniente para él. Esto implica, por lo tanto, una serie de factores como calidad, precio, disponibilidad, flexibilidad, servicios complementarios, entre otros. Como actualmente es cada vez más difícil encontrar significativas diferencias en la calidad y en el precio de los productos, sólo queda la opción de invertir en la efectividad de los servicios que acompañan a esos productos. El foco de las empresas ahora está en otra parte. Deben buscar el servicio 100% efectivo, o sea, el servicio impecable.
Y ¿qué se entiende por impecable? Según el diccionario Houaiss, una persona impecable es aquella incapaz de cometer errores, que no falla y que tiene un desempeño perfecto. Es obvio que los seres humanos no son totalmente perfectos, pero me gustaría referirme a la relevancia actual de la impecabilidad en las organizaciones. Necesitan implantar una cultura, un “gusto” por la impecabilidad. Para eso, necesitan que sus colaboradores se comprometan con ese propósito. De esta forma, el compromiso con la calidad del servicio prestado o con la impecabilidad pasará a ser un valor central para la empresa.
Cuestión de eficiencia
No existe disculpa para un servicio ineficiente. Cuando una empresa no consigue atender las necesidades del cliente, simplemente es descartada. Y no importa más lo que distingue a la marca ni la reputación del producto. Nada es capaz de asegurar la fidelidad y las buenas relaciones con el cliente a no ser la eficiencia de los servicios prestados. Si hoy considero que puedo mejorar significa que no soy impecable, todavía no alcancé el 100% de excelencia. Eso vale para el individuo, para el equipo del que participa, en fin, para toda la empresa. Las personas que adquieren el “gusto” por la impecabilidad contagiarán a los demás colegas, jefes o subordinados con ese “gustito”.
El mayor placer que obtenemos en el trabajo es cuando se nos reconoce por nuestro buen desempeño. Se trata de una maravillosa sensación el hecho de ser elogiado por un cliente, por un colega o por un jefe. La perfección genera naturalmente ese reconocimiento, y con esto usted gana poder y credibilidad. Adquiere la confianza necesaria para hablar y, principalmente, para ser escuchado por la Gerencia o la Dirección de la empresa. Muchas veces la actitud impecable de algunos empleados conduce a profundos cambios en la organización.
Por otro lado, no importa si un colega tiene una visión diferente y encuentra siempre una disculpa para sus errores, normalmente adjudicando la responsabilidad ya sea a la empresa, al sector o al colega de al lado. Lo importante es su foco y su persistencia en la búsqueda de la perfección porque sólo así usted conseguirá que los otros perciban lo que usted tiene de distintivo. Percibo en algunas empresas de nuestro el mismo proceso que acabo de comentar. Las personas se acostumbran a responsabilizar a los otros, (gobierno ineficiente, impuestos inadecuados, competencia desleal) en vez de adjudicarlo a la propia responsabilidad. Es evidente que los factores externos van a influenciar el mundo de los negocios, pero siempre hay espacio para mejorar el propio servicio.
Finalmente, propongo una reflexión: antes de culpar a todo el mundo por sus problemas, trate de perfeccionar los productos y servicios que usted ofrece a su cliente. Transfórmese en un obsesivo de la impecabilidad y no se conforme con el 99%. Prefiera siempre el 100%.