“The Final Countdown” – Un mercado en declive

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Paremos para analizar el mercado actual. Debemos tener en mente las ventas, estrategias, marcas y acciones diferenciadas para continuar creciendo en el nuevo año

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A finales de los años 80, una banda sueca llamada Europe trajo de vuelta el metal a las radios (sí, no teníamos Spotify ni Apple Music en ese momento), de los países que no tenían ese estilo musical como principal cultura. La música que se apoderó de las FM en la época se llamaba “The Final Countdown” e innovaba al colocar una frase de teclado como tema principal en vez de las tradicionales guitarras distorsionadas.

Para muchos “metaleros”, eso era una herejía. Pero la canción permitió que muchos tecladistas pudieran al fin expresar sus raíces más hardcore sin tener que sonar como sus padres o abuelos. La innovación fue tan grande que muchas bandas siguieron la “moda” y otras tantas fueron rescatadas del ostracismo. Hasta hoy la canción es escuchada en diversas plataformas digitales y en las radios del continente y continúa agradando a niños y jóvenes.

Con ello, los sintetizadores tuvieron su momento de explosión, y los fabricantes de éstos invirtieron fortunas en perfeccionar y desarrollar nuevos productos. Yamaha, Roland, Korg e incluso Casio, con el infame CZ 101 (mi primer sintetizador), surfearon en la ola de sonidos electrónicos y productos orientados hacia ese mercado específico. Pero la música fue cambiando y adaptándose a los gustos más tradicionales y no tardó mucho para que los sonidos más fieles a los de instrumentos acústicos fueran cada vez más solicitados. Todo esto no pasó de una moda y los sonidos acústicos volvieron a predominar como estilo musical, trayendo pianos, violines, chelos y violas junto a órganos y sonidos más percusivos, característicos del nuevo estilo que en los años ’90 dividió el rock en otros estilos innumerables, cada uno con su nombre particular.

Pero el enfoque de este artículo no es éste, sólo tomé prestado el título de mayor éxito de Europa para trazar una paradoja entre la innovación de la banda y el mercado de música en algunos países en los días actuales.

El mercado hoy

Puedo decir que en los últimos meses, un poco alejado de la rutina de gestión que siempre ha ocupado mi tiempo, pude observar el mercado con mayor independencia e imparcialidad. En eso percibo que, a pesar de ser un mercado caníbal (en que todos parecen estar más preocupados en destruir que en construir), es también un mercado que practica la autofagia. Digo esto al notar que no hay ninguna intención por parte del mismo en innovar. No hay voluntad de realmente crear caminos que mantengan la cadena de suministros viva. No se ven acciones audaces o visionarias para consolidar el mercado. Me parece (y dejo desde ya claro que no soy dueño de la verdad ni pretendo serlo) que el mercado está en una fase de final regresivo. ¿Hasta cuándo el mercado tradicional, aquel en el que el fabricante/importador/distribuidor vende a una red de reventa, que entonces vende al consumidor, se va a sostener?

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Y además: señor minorista, ¿qué ha hecho para llevar más clientes a su establecimiento? ¿Ha innovado su mix de productos o se ha especializado en algún segmento? ¿Ha apostado en la excelencia de los productos fabricados en su propio país? ¡Sí! ¡Los productos fabricados localmente también pueden ser de excelente calidad! ¡Reconocidos y deseados en el mercado exterior! Pero algunos los tratan como “si no es barato, no vende”… O sea: los fabricantes locales invierten una fortuna en investigación y desarrollo, usan siempre los mejores componentes posibles (ya que de manera subliminal desean compararse a los productos de mayor calidad del mercado), agregan componentes de primera línea – los mejores posibles -, pero ¿tienen que vender barato por ser nacionales? ¿Alguien, por favor, me explica eso? Y una vez más, señor comerciante: ¿usted ha abierto un espacio en su vitrina, estante o plataforma de venta para esos productos, dándoles el mismo trato que el concedido a las marcas importadas?

Es fácil quejarse de la crisis. Fácil contratar mano de obra barata y esperar que funcione. Y, con ello, fabricantes, importadores y distribuidores van acumulando stock, que un día va a tener que ser vendido, de alguna manera.

Acción inteligente

Recuerdo un caso, cuando estaba al frente de una empresa en la que ofrecíamos una marca y ninguna (de verdad, ninguna) tienda quería vender. Y aquellas que habían comprado mercadería, querían devolverla, pues “nadie” (sic) sabía usar o quería tal marca. Por otro lado, había un enorme compromiso de compra junto al fabricante que teníamos que honrar. Entonces, colocamos la marca para la venta directa al consumidor y súbitamente explotó con nuevos lanzamientos y cayó en la gracia de los “nadie” vendiendo bastante. En vez de que el mercado entendiera nuestra necesidad, fui blanco de muchos dedos apuntados y acusado de querer “acabar” con el mercado (¿quién sería yo, tan poderoso, para tanto?). ¡Ah! Y la marca sigue vendiendo bien, con productos relativamente interesantes, habiendo incluso ofrecido venta directa a las tiendas interesadas y capacitadas para importar.

La mayoría de las reventas vienen insistiendo en convertirse en marketplaces o vender por plataformas de Cross Docking. Además, no hay que valorar marcas nuevas, tecnología, fabricantes nacionales y nada que sea mínimamente nuevo. OK, puede ser una alternativa. Pero, poniéndome en el lugar del consumidor, pregunto: ¿qué tienen que ofrecer para que yo opte por su sitio web en lugar de Amazon, Walmart, Mercado Libre, etc.?

¿Cuál es la ventaja que tengo, en términos de atención, por comprar en su sitio? ¿Cuál es la variedad de productos o el diferencial ofrecido? ¿Cuál es el tipo de responsabilidad de su establecimiento si algo va mal que me hará optar por sus servicios?
Curioso como este sistema de ventas, fabricante/comerciante/consumidor, se viene haciendo obsoleto con el tiempo. Y me arriesgo a decir que si no se renueva y hay verdaderas inversiones en el sector, la cosa camina hacia la cuenta regresiva final.

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Eso sin hablar de los productos no oficiales, importados por terceros y del famoso contrabando… pero de eso voy a hablar en la próxima edición.

¡Piensen, y Feliz 2018!

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